domingo, 17 de agosto de 2014

Las niñas nunca ganan




LAS NIÑAS NUNCA GANAN: MATRIMONIO FORZADO


LA GUERRA SIEMPRE TRAE CONSIGO UNA ESTELA DE SUFRIMIENTO

Ante la creciente ola de violencia en Siria, las familias han decidido reubicarse en campamentos para refugiados en Jordania. En tiempos de guerra, la preocupación principal es siempre salvar la vida. Sin embargo, cuando uno de los miembros de la familia es una niña, se añade otra preocupación: la deshonra.
Dejando a un lado los esquemas sociales y los cánones culturales de las familias del Medio Oriente, el tener que huir de la casa, de la tierra, y del país de nacimiento y de crianza siempre es una situación traumática. La guerra siempre trae consigo una estela de sufrimiento que deja los mayores estragos en la población civil, en los indefensos, y en los niños y niñas que probablemente no entiendan el por qué ni el cómo de los conflictos bélicos.
La guerra se vive directa o indirectamente. Los medios de comunicación se encargan de que tengamos una buena dosis de realidad bélica todos los días. Sabemos que los habitantes de los países en guerra sufren porque vemos sangre. No estamos equivocados. Sin embargo, hay una gran parte de la población la cual sus gritos casi nunca se escuchan porque sus voces son muy débiles para ser escuchadas: las niñas.
Al llegar al campo de refugiados en Jordania, los padres (y cuando digo “padres,” no incluyo a las madres), con hijas mujeres se enfrentan al dilema de casarlas o vivir con la deshonra de una hija violada. Para “proteger” a sus hijas menores de edad, los padres optan por casarlas con hombres 10 o 20 años mayores que ellas. Suena ilógico y hasta tribal, pero es la realidad de las niñas sirias.

LOS PADRES FUERZAN A SUS HIJAS A CONTRAER MATRIMONIO

Varias agencias como UNICEF y Save the Children (Salva a los Niños) ya han alertado acerca de esta práctica cuyo porcentaje alcanzó un 25% en 2013. Muchos de los testimonios que recogen ambas agencias coinciden. Los padres fuerzan a sus hijas menores de edad a contraer matrimonio para protegerlas de los abusos sexuales y para aliviar la situación económica de la familia. Sin embargo, el casarse con un hombre mucho mayor representa para las niñas un riesgo a su salud física y emocional. El matrimonio significa abandonar la escuela. También implica tener relaciones sexuales, incluso cuando sus cuerpos no están lo suficientemente desarrollados para el acto sexual. Pero sobre todo, significa vivir un cuadro de supresión sistemático del que casi nunca hay escapatoria.
Son muy pocas las niñas que comunican su tristeza o depresión a su familia. Las madres conscientes de lo represivo e injusto del matrimonio forzado muchas veces se muerden la lengua. El cuadro de represión femenina tal vez no se herede, pero está sumamente arraigado a la sociedad siria y a muchas otras.
No nos engañemos; las prácticas machistas y de supresión hacia la mujer aún se llevan a cabo en muchos países. Algunas activistas y estudiosas aseguran que tienen origen en la cultura o simplemente en la idea (errónea) de que en las cuestiones de género, el físico masculino equivale a más poder, más inteligencia, y más derechos. Es decir, entre el hombre y la mujer, el primero es más fuerte. Fuerza equivale a poder. Por lo tanto, el hombre tiene el poder. En fin, una noción darwinista, arcaica, y misógina de la sociedad.

EL MATRIMONIO FORZADO PUEDE SONAR TAN MAL COMO EL RUIDO DE LOS MORTEROS Y LAS METRALLETAS

Me pregunto si los padres de las niñas sirias piensan más en dormir tranquilos por las noches o en el dolor que sienten sus hijas al saberse en manos de un extraño. Sin saberlo o sabiéndolo, al casar a sus hijas forzadamente, las empujan al cuadro de violencia del que querían protegerlas en un principio. Para las niñas sirias, el huir de una guerra equivale a estar atrapada en otra. Para muchas de nosotras, el matrimonio forzado puede sonar tan mal como el ruido de los morteros y las metralletas. Es un sonido que trae consigo la noción de tristeza y desolación. Es el sonido de la pérdida sistemática de los derechos humanos.
Lejos de su país de origen, obligadas a vivir una vida en la que no se puede soñar (porque la dura realidad arropa y absorbe el inconsciente), sin recursos para estudiar ni desarrollarse a nivel profesional, sintiéndose una carga económica para la familia; así viven las niñas sirias y miles de mujeres alrededor del mundo. Con la guerra, todos perdemos. Pero afortunadamente, sabemos que tenemos una voz, un derecho inalienable a una vida mejor. Ese no es el caso para las niñas sirias. Su voz nunca se escucha. Ellas nunca ganan.a-ganan-matrimonio-forzado/
http://www.wideearthmedia.com/abogado/blog/las-ninas-nunc

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