Durante muchos siglos, las potencias extranjeras han asolado el Africa negra en busca de mano de obra esclava. Desde Tombuctú y otros puntos del interior, mercaderes musulmanes adquirían esclavos y los trasladaban por diferentes rutas hacia ciudades como Marrakech, Argel, Trípoli o El Cairo. Zanzibar era el punto desde el que salían hasta el importante encave de la isla Reunión. Otro puerto, Malindi, servía de puerta de salida hacia el Indico, la península Arábiga o, cruzando el Mar Rojo, la misma Constantinopla. También las plantaciones y minas de América fueron trabajadas por mano de obra esclava, procedente de Africa. Portugal tenía el monopolio sobre los puertos de Benguela, Luanda y Loango. Sao Tomé, Fernando Poo, Accra o Gorea, entre otros puntos de la llamada Costa de los Esclavos, eran objeto de la libre competencia entre europeos. Desde estos puertos salían las rutas transatlánticas de transporte de esclavos hacia América. Virginia y Luisiana en Norteamérica; Santo Domingo, Jamaica y Nueva Granada en la América central, y Pernambuco o Bahía, en la del Sur, eran los puntos de entrada de los esclavos al nuevo continente. Se calcula que, en total, entre 50 y 100 millones de personas fueron arrancadas y convertidas en esclavos a partir del siglo XV.
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